@javier_fraiz // 18 de mayo de 2016
Con Jorge Pardo (Madrid, 1956) las canciones se levantan, agitan el pelo y bullen entre las mesas. Aunque se trate de una versión de Cole Porter. Es como si la flauta travesera hiciera soplar el cierzo. Es tan asiduo al Café Latino de Ourense que en esta ocasión, en el XX Festival de Jazz de Primavera, ha disimulado. “Voy a decir que es mi segunda vez, por si acaso no me contratan de nuevo“. Terminará la noche con El Faro, de su disco Huellas, paradigma de esa pauta mestiza que intercala pentagramas y pone al jazz frente al espejo del flamenco.
El madrileño hizo en la ciudad de As Burgas el mismo trecho que recorrió en su día. Aprendiz de conservatorio como fue, primero impartió una clase magistral en la escuela municipal ante los nuevos músicos que aspiran a desentrañar las canciones más allá del solfeo. Se cambió la ropa, probó niveles de sonido y regresó, ya en horario noctámbulo, con un balón de gin tonic al escenario. [Seguir leyendo en FARO DE VIGO]